Richard Evans, director de políticas de Rail Delivery Group, analiza 200 años de prosperidad económica mediante la conexión de personas y lugares.
En 1825, el primer ferrocarril público transportó pasajeros a través de la campiña inglesa, desencadenando no sólo una revolución de ingeniería, sino también industrial.
Imaginemos el asombro y la emoción de aquellos primeros pasajeros cuando subieron al tren, sin saber que estaban presenciando el amanecer de una nueva era.
En los últimos dos siglos, el ferrocarril se ha convertido en una fuerza de transformación económica y social que conecta pueblos y ciudades y transporta ideas y ambiciones.
Un lugar que experimentó este cambio fue Swindon. Con la llegada del Great Western Railway de Brunel, Swindon inició una transformación notable: lo que había sido una modesta ciudad de mercado se convirtió rápidamente en un centro de actividad industrial.
En su corazón se encontraban las Obras de Swindon, una potencia de la ingeniería que llegaría a producir más de 12.000 locomotoras y emplear a miles de personas. A su alrededor, se formó una nueva comunidad: viviendas para los trabajadores, escuelas para sus hijos y lugares de culto y aprendizaje que reflejaban la creciente identidad de la ciudad.
Swindon se convirtió en algo más que una parada en la nueva línea ferroviaria. Se convirtió en un modelo de cómo el ferrocarril podía influir no solo en las economías, sino también en las comunidades.
Además de impulsar la Revolución Industrial, el ferrocarril transformó la política social, proporcionando bienestar comunitario y educación a estas comunidades en rápido crecimiento. Para ciudades como Swindon, el ferrocarril fue más que un simple medio de transporte: el Great Western Railway construyó una Villa Ferroviaria que proporcionó instalaciones como un Instituto de Mecánica, un fondo médico e incluso baños públicos.
El ejemplo de Swindon se refleja en todo el país, en ciudades como Cardiff, Crewe, Derby y Glasgow, donde los ferrocarriles han impulsado el desarrollo económico, mejorado la conectividad y la productividad, apoyado la movilidad social y aumentado el acceso de las personas a los mercados y a la información.
Las zonas que rodean las vías férreas se han utilizado a menudo como centros logísticos, atrayendo empresas e integrando patios de carga con canales y redes de carreteras. Estas ubicaciones han evolucionado con el tiempo para reflejar las necesidades de las comunidades a las que sirven.
Por ejemplo, en Swindon, la Great Western Railway Works, catalogada como de Grado 2, se ha convertido en un outlet de diseñadores, mientras que el Coal Drops Yard de King's Cross, en Londres, ahora concentra a los compradores en lugar de a los vagones de mercancías. Otros lugares cercanos a las estaciones se han rehabilitado como aparcamientos, zonas comerciales o viviendas.
Cada vez se reconoce más que los terrenos adyacentes a las líneas ferroviarias pueden contribuir a la regeneración urbana mediante el desarrollo de usos mixtos. La transformación de estos terrenos refleja un cambio en el enfoque de la propiedad ferroviaria, que se está reutilizando para abordar las necesidades urbanas contemporáneas.
La remodelación de los alrededores de la estación de York para convertirlos en viviendas junto con espacios de oficinas, comercios y hostelería demuestra cómo los terrenos cercanos a las estaciones se están adaptando a fines de uso mixto para crear áreas urbanas bien conectadas.
En Swindon, el ferrocarril es un componente clave de los planes de reurbanización actuales centrados en el área que rodea la estación para apoyar el desarrollo sostenible.
Se está desarrollando un plan maestro para transformar el área circundante a la estación en el Centro de Conocimiento, un distrito comercial de uso mixto. El plan propone la construcción de una nueva entrada norte a la estación y se espera que genere más oportunidades de empleo y espacio para viviendas.
El Centro de Conocimiento tiene como objetivo hacer referencia a la importancia histórica del ferrocarril para el desarrollo económico, manteniendo al mismo tiempo su carácter existente, con el objetivo de establecer un centro de transporte integrado junto con instalaciones residenciales y comunitarias.
La identidad de Swindon sigue estando determinada por su herencia ferroviaria, que continúa sustentando la economía local.
Una investigación reciente realizada por Rail Delivery Group descubrió que la mayoría de las personas (70%) creen que tener una estación de tren ayuda a que sus negocios locales prosperen.
Y esto es evidente en las acciones de las personas: cuatro de cada cinco pasajeros en todo el país apoyan a los negocios dentro y alrededor de las estaciones y en las calles principales locales cuando viajan en tren, generando £ 98 mil millones anuales para las economías locales.
El gasto en las estaciones locales y sus alrededores está creando microeconomías que benefician a las calles principales de Gran Bretaña, a las empresas independientes y al crecimiento económico, tanto a nivel local como nacional.
La inversión continua en infraestructura de transporte también ha contribuido a la economía local, y el ferrocarril vuelve a formar parte de las iniciativas que abordan las prioridades nacionales relacionadas con el crecimiento económico.
Proyectos como HS2 y Northern Powerhouse Rail están diseñados para apoyar la economía y ampliar las oportunidades para las comunidades.
Y a medida que la industria avanza hacia la creación de los Grandes Ferrocarriles Británicos, las mejoras continuas en las redes de transporte siguen siendo vitales para lograr resultados económicos tanto para las generaciones presentes como para las futuras.
La inversión continua y específica en la infraestructura ferroviaria y en las comunidades a las que sirve es vital para fomentar el crecimiento, de modo que nuestras ciudades puedan beneficiarse una vez más del impacto transformador del ferrocarril, como lo atestiguó Swindon hace dos siglos.